sábado, 5 de noviembre de 2011

Introducción

La película Good Will Hunting nos presenta una serie de dilemas, más allá de la problemática de un joven que posee un gran “don” (Will Hunting) que no ha sabido encauzarlo, y que más bien se comporta de una manera contestataria y despectiva ante la vida y ante la sociedad, producto de una infancia plagada de sufrimientos, pero que al final del “camino”, con el apoyo, dirección y ayuda de un Psiquiatra (Sean) logra ir educando sus sentimiento, y con ello estabilidad emocional para darse un lugar en el mundo.

En medio de este gran marco contextual, aparecen figuras que marcarán dos grandes posiciones frente a la vida: el profesor Lambeau, clásico racionalista, para quien el conocimiento, la lógica y las matemáticas se constituyen en un bien supremo, a los cuales deben subordinarse todas las voluntades humanas, frente Chukie (el mejor amigo de Will) y Skylar (la novia). El primero, porque a pesar de sus limitaciones intelectuales, producto de una vida escaza de recursos está lleno de sueños y esperanzas, conoce la amistad, y tiene fe en su amigo al punto de estar dispuesto a renunciar a él, si eso le permite a él ser mejor. La segunda, porque refleja a la persona que sin dejar de lado lo intelectual, nos presenta la faceta humana del amor, la esperanza y los sueños.

El argumento de la película, si bien es sencillo y casi hasta predecible, se desarrolla en el marco de una serie de planos contradictorios, con el ánimo de destacar distintas emociones, que aparecen como conflictivas, conflictuadas o en un marco de relaciones contradictorias, entre las que destacan la capacidad para determinadas manifestaciones de la inteligencia, valoradas o sobrevaloradas por algunos personajes, como el caso del pensamiento lógico-matemático valorado por el Profesor Lambeau, contra la inteligencia intrapersonal e interpersonal, valorada por el Psiquiatra.

No es esta la única gran contradicción, y tal vez no es la más significativa, porque subyace en la película otra de más valor e impacto, cual es la contradicción a la que nos sumergen el joven Will y el Psiquiatra Sean, para quienes inicialmente, el mundo se aprecia desde planos totalmente diferentes. El mundo del Will, más allá de su respuesta a la sociedad, nos presenta un mundo creado a través del aprendizaje y la lectura, el cual está bajo su dominio y control y se puede extender en razón de sus deseos, es el mundo propio del racionalismo. Frente a este mundo creado, autodirigido, seguro y controlado, pero totalmente predecible en virtud de sus propias características, Sean propone un mundo real, un mundo donde el aprendizaje se obtiene para vivir en él, no para vivir por encima de él, un mundo donde las emociones coexisten con los conocimientos, y de hecho delimitan el papel que éstos puedan jugar en la vida de las personas. Este dilema sobre el vivir aprendiendo frente al aprendiendo a vivir, el vivir para aprender, frente al aprender para vivir, nos lleva a cuestionarnos cómo y qué debemos asumir como el aprendizaje en nuestras vidas.

Los diálogos, las escenas, las frases, que no siendo rebuscadas, sino dentro de un lenguaje directo, nos van planteando una serie de interrogantes y de situaciones donde se confrontan sentimientos y razón, lógica y emoción, pero no como opuestos en un continuo, sino como el continuo mismo, donde cada personaje vive una realidad ajena a la de los demás, pero de manera tal que la realidad no es más que la articulación de todas esas realidades, la más leve reflexión de una sobre la otra, hace que la realidad de uno u otro se rompa en mil pedazos, generando más preguntas que respuestas.

Por su naturaleza, y su objetivo más que implícito, pero sin necesariamente ser explícito, se abordan en la película valores, denotando la capacidad del ser humano para creer en los demás, destacando la lealtad, y ésta se enfrenta de nuevo desde dos planos. La lealtad de los jóvenes, que viviendo en un mundo casi miserable, se tienen a si mismos para las buenas y para las malas, frente a un mundo sin lealtad, manifestado por el profesor Lambeau, para quien este asunto no es importante, lo importante es que la persona desarrolle sus capacidades cognitivas y mentales por encima de sus sentimientos, no importándole faltar a la lealtad hacia las personas en un afán del conocimiento como eje supremo de la vida, evidenciando que para él más importante que el “nosotros” está el Yo reconocido y magnificado socialmente.

Es claro que la película nos presenta como las inteligencias múltiples se manifiestan interactuando de una manera conflictiva, por el modelo social en que se desarrollan los hechos. Se hace evidente el carácter contextual y social de las mismas, y como los modelos sociales reflejan ataduras que pueden y deben ser rotas. En principio se hace inaceptable que un joven sin educación formal pueda estar a la altura de los mejores matemáticos del mundo, manifestando el poseer un “don” especial y excepcional. Es claro que esta forma de presentar las cosas no escapa hacia cierto maniqueísmo, pero atrae la atención, y a pesar de la conducta violenta de Will, procura que el espectador adopte una actitud asertiva hacia el joven. Esta actitud es construida de manera gradual, en la medida que se van cuestionando los valores y las creencias que socialmente se asumen: de un chico de un barrio pobre, con mala conducta, ¿qué se puede esperar? A bien entonces ¿Cuántos Will podríamos encontrar en nuestros propios barrios pobres?

Aparentemente la película se mueve entre dos extremos antagónicos: razón-emoción, sin embargo, una lectura detallada de la misma, permite descubrir que estos supuestos antagonismos no están en los extremos de las vidas de las personas, sino más bien en medio de sus vidas de las personas, y que depende de éstas hacia donde empujen. No se trata entonces de poner frente a frente la capacidad intelectual y la razón, la emoción frente a lo que caracterizamos como intelecto, sino más bien como estos elementos vistos como elementos aislados y separados unos de otros, se manifiestan como incapaces para definir al ser humano. Si es de destacar, que en virtud de enfrentar el modelo racionalista propio dela educación no emocional que padece nuestra cultura, se lleva al espectador a pensar sobre como en nuestra sociedad, el racionalismo se manifiesta insuficiente e incapaz para imponerse a los sentimientos.

Con base en lo anterior, las actitudes de Lambeau y de Will, definidas sobre la base de, todo conocimiento, todo saber, todo intelecto, terminarán “derrotadas” ante la paciencia y los lazos afectivos que les brindan Sean, Skylar y Chukie, que nos revelan como todo ese mundo creado racional e intelectualmente, incluyendo los distintos “dones” de las personas ( para el caso el del pensamiento lógico-matemático) pueden constituirse en corazas y escondrijos que atentan contra la felicidad y la vida, dificultando el aprender a aceptar una realidad emocional, que, caracterizada por ser insegura pero llena de vida, se nos viene encima a cada instante.

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